miércoles, 8 de enero de 2025
El brasero de picón
El brasero de picón era un elemento característico de las casas hasta hace años.
Estos braseros, hechos de hierro, cobre o latón y cubiertos de picón, eran utilizados como fuente de calor en épocas pasadas.
Sobre el brasero se colocaba una una alambrera metálica para no quemarse. Para evitar el contacto con el suelo, los modelos caros incluían un pie o soporte. El combustible por excelencia era el cisco o picón, un tipo de carbón vegetal muy menudo y de larga combustión que se obtenía de la quema del ramón de la encina, olivo, etc.
El brasero se colocaba en el centro de las habitaciones o debajo de unas mesas especiales, llamadas mesas camillas, sobre una tarima de madera perforada en el centro para encajarlo, que también sirve de reposapiés. Para reavivar el fuego se utiliza un instrumento metálico llamado badila, que consiste en un mango y una paleta redonda, doblemente perforada en su borde superior; cuando la combustión languidece y baja el calor, se echa una firmita, es decir se remueve con la badila con sumo cuidado. A las personas que pasaban mucho tiempo sentadas en la mesa camilla, le salían en las piernas una especie de manchas muy incómodas, las llamadas cabrillas.
A veces entre pata y pata de la mesa, se ponía un cordel para que sirviera de tendedero de ropa a secar que fuese urgente.
Para perfumar la habitación se le echaba de vez en cuando sobre la lumbre un poco de alhucema seca, una especie de lavanda muy aromática.
Considerado un ingenio peligroso dentro de la vivienda por el hecho de generar brasa sin estar perfectamente protegido y de producir "tufo", fue causa de incendios frecuentes, principalmente al entrar en contacto con las faldas de la mesa camilla y diversas prendas de las personas. Sin embargo, el peligro más grave era la posibilidad de envenenamiento por emisión de monóxido de carbono (el mencionado "tufo"), que se producía especialmente en habitaciones poco ventiladas, por combustión incompleta por falta de oxígeno.
El brasero se encendía en el patio, poniendo el “cisco” o picón, después unas tablillas de algún envase que se había desguazado, y un trapo mojado en aceite para que su llama fuese lenta y diese tiempo a que se encendiera el brasero que al fin ponía incandescente el picón. Para protegerlo y que durase más, se le ponía encima una capa de cenizas, de los días anteriores
Los piconeros se encargaban de recolectar las ramas, carbonizarlas y luego vender el producto final.
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