Se conoce como “gripe española” o como “la gran gripe” a la epidemia que tuvo lugar en entre los años 1918 y que tuvo visos de una extrema gravedad, causando a su paso un elevado número de muertes (la cifra exacta no se conoce con exactitud, pero se cree que debido a ella fallecieron entre 50 y 100 millones de personas) debido a la rápida y virulenta expansión del virus. Está considerada como una de las pandemias más terribles y letales de la historia de la humanidad.
Aunque también con un altísimo número también de mortalidad infantil, está catalogada también como uno de los ejemplos más perfectos de crisis de mortalidad debido que, a diferencia de otras gripes (las cuales se ceban sobre todo con niños y ancianos) ésta atacó por igual a jóvenes y adultos que no poseían ningún problema de salud, así como a animales.
Las alarmas saltaron por primera vez el 28 de mayo de 1918 en Fort Riley y fue denominada como “Gripe española” porque los Aliados de la Primera Guerra Mundial afirmaban que la epidemia estaba teniendo más repercusión en la prensa de nuestro país que en el resto de países de Europa. Ésto es debido a que España no estaba involucrada en la guerra y, por tanto, no censuraba la información que existía al respecto de la enfermedad.
En la actualidad se están realizando diversos estudios con tejidos congelados de gente que la padeció y que murió por su causa, con el fin de poder determinar por qué el brote actuó con tanta virulencia. Debido a esto, así como a los procesos de reproducción del virusy la posibilidad de un probable escape accidental (o intencionado) del brote, la investigación se está llevando a cabo con cierta controversia.
Entre las conclusiones a las que se han llegado es que el virus mata gracias a una tormenta de citocinas, lo cual explicaría su gravedad y el perfil de sus víctimas
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